Los latinoamericanos y caribeños fuimos victimas de la esclavitud de la metrópolis española desde finales del siglo dieciséis, sometieron a los nativos con culturas diferentes, región tras región.
Méjico se levanta en armas en el principio del siglo XIX y el cura Hidalgo, padre de la patria mejicana, marca el l inicio de la rebelión llamando al pueblo de Dolores a levantarse en armas en busca de la independencia.
La Revolución se extendió rápidamente por otras zonas de México, donde se producían levantamientos similares al de Dolores. En el sur del país, cobra relevancia una insurrección a cargo de otro religioso, José María Morelos, que sería luego una figura clave en el movimiento independentista.
La segunda etapa de la Guerra de la Independencia Mexicana se caracteriza por extensas luchas en el Sur del territorio. Allí las fuerzas estaban comandadas desde los inicios por José María Morelos, que al igual que Hidalgo, era cura.
Las tropas de Morelos, que a pesar de su regular tamaño, lograron importantes conquistas en el sur de Nueva España: Chilpancingo, Tixtla, Chilapa, Taxco, Izúcar y Cuautla.
Al cumplirse el primer centenario del inicio de las luchas por la independencia surge la Revolución mexicana, conflicto armado que tuvo lugar a partir del 20 de noviembre de 1910.
Este proceso termino con la proclamación de la Constitución mexicana de 1917. Históricamente, suele ser referido como el acontecimiento social más importante del siglo XX en México.
La lucha del pueblo de mejicano ha sido larga y dura y ha dejado heridas profunda en sus sentimientos de nacionalidad. No solo los problemas internos son la causa sino, los que desde de un inicio so pretextos de agresión de Méjico a sus propiedades, los Estados Unidos provocaron al pueblo mejicano.
En ese sentimiento antiyanqui los mejicanos y cubanos nos unen lazo de amistad a través de la historia donde su primera figura la encontramos en José Marti quien vivió en dos ocasiones y comprendió como ningún otro intelectual, al peligro que esa nación estaba sometida por el vecino del norte que ya había arrebatado alrededor del cincuenta por ciento de su territorio.
México fue para Martí el crisol de su experiencia americana; por ese país empezó a recorrer los caminos de lo que más tarde llamaría Nuestra América. Ahi inició su actividad de periodista, convertida en arma de lucha que ya no abandonaría nunca.
Marti Conoció la obra de Juárez, “el indio egregio que echo un imperio al mar”. México fue para el joven cubano una fuente de vivencias y experiencias que le dieron nuevo sentido a su vida, alas para su poesía, y el derecho irrestricto de defender a su patria.
Hoy Méjico sigue un camino difícil ante la violencia, el tráfico de drogas, humanos y armas y aunque se hacen esfuerzo para su detención aun no se ha profundizado lo suficiente en sus causas.
Es una verdadera pena que en un año en que varios países de Latinoamérica celebran el bicentenario de las luchas contra la metrópolis española y donde tantos nombres están inscriptos en la historia de esta región, Méjico país con riquezas que bien pudiera darle mayor prosperidad a su pueblo este sumergido en una lucha, donde el deterioro moral es su principal obstáculo.
Nuestro Apóstol José Marti escribió: “¡Oh, México querido! ¡Oh, México adorado, ve los peligros que te cercan! ¡Oye el clamor de un hijo tuyo, que no nació de ti! (........), pero si tus manos flaqueasen y no fueras digno de tu deber continental, yo lloraría debajo de la tierra, con lágrimas que serían luego velas de hierro para lanzas, como un hijo, clavado en su ataúd, que ve que un gusano le come a su madre las entrañas”.
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