lunes, 7 de mayo de 2012
Las fortalezas de un medio están en su sostenibilidad
Hoy podemos estar presentes en todas o algunas de las redes sociales y disponibles en todas las plataformas posibles sin por ello haber dado el salto al nuevo escenario. Los cambios de hábitos en la potencial audiencia no varían lo básico de las funciones de informar, contrastar, comunicar, recrear, pero se impone que se produzcan nuevas formas de trabajar y elaborar los contenidos propios de las nuevas herramientas existentes a un lado y otro del micrófono.
Cada soporte tiene características especificas para los que se deben emplear formulas atractivas desde el medio tradicional para los nuevas “arterias” digitales de la comunicación. Si solo pretendemos impresionar utilizando los elementos modernos para hacer creer que estamos utilizando el último “grito” de la tecnología, lo más seguro es que no alcancemos el éxito porque, ante todo, es necesario el convencimiento de que los cambios que se están estimulando son provechosos e inevitables.
No podemos proponer una receta establecida que permita decir de tal o cual manera se debe estructurar un programa radial y menos aún hoy, todo depende de la creatividad del radialista cuando sobrepasa la imaginación y las barreras han pasado de ser físicas a mentales.
La imaginación, elemento clave para el discurso radial, abre múltiples posibilidades para el encuentro diario con el oyente. Entonces, lo mejor es pensar en una estructura flexible, con diversas formas de iniciar el programa, diferentes saludos y cierres, recursos, formas de abordar al oyente, recibir o despedir la intervención telefónica, presentar canciones, entre otras formas de manifestar características del comunicador.
Presentar la misma estructura de inicio cada día como si fuera una camisa de fuerza; pre-establecer el trabajo a realizar siempre de la misma manera no permite se presente una grafica del programa, un manejo de recursos, un mejor uso del tiempo al aire para pretender en cada emisión lograr impacto con los contenidos que se propongan hacer llegar a los oyentes.
La clave esta en la dosis de imaginación que seamos capaces de emplear para conseguir atrapar al los públicos todos los días y dejar una información nueva o enriquecida con elementos desconocidos. En el cambio siempre habrá posibilidades de mejorar.
Recurrir a las investigaciones sociales para conocer el reclamo y valoración de los públicos sobre el trabajo del medio será una necesidad impostergable y lograr que el público se sienta comprometido con los resultados del medio, lo hace más fiel a la responsabilidad de los éxitos y también de las fallas. Lograr un sentido alto de pertenencia no solo en los que hacen el producto sino a los que aprobemos su colaboración, admitimos que la contribución constituya un aporte de todos
En este sentido, supone mecanismos interactivos a los que debemos recurrir sistemáticamente tanto con los públicos internos como externos. El debate, el taller, los intercambios de ideas, la exposición de nuevos proyectos, procurar la diversidad de criterios y alentar un archivo de proyectos permiten conformar el criterio de que la radio en cuestión tiene salud y además posee reservas en espera de su empleo.
Cualquier institución que sus directivos se crean lo suficientemente preparado como para no tener que hacer participe de sus decisiones seria errático y mucho más si por incapacidad no se tiene la suficiente confianza para advertir a los subordinados de sus limitaciones. Hacer como práctica lo participativo al tomar decisiones colectivas, la idea de que se puede y se debe incidir en el curso de los acontecimientos, encarna en el hecho de compartir y socializar el poder.
Por supuesto, cada institución tiene sus singularidades, sus formas tradicionales de participación, identidad, representación, temores y prejuicios que no siempre son fácilmente visibles. Por ello es adecuado preguntarse sobre como lograr corresponder ante el sistema de relaciones colectivas, como legitimar este estilo cotidianamente ante la comunidad donde se desenvuelve, que juzgan como válido, natural, esencial. Valorar sistemáticamente esta participación e ir renovando con ideas nuevas y formulas diferentes la participación para asegurar un clima de confianza y de pertenencia estable y a las vez renovador.
La sostenibilidad de un proyecto comunicativo no es igual a recursos económicos o luchas por mantener "viva" la emisora. La sostenibilidad de un medio, según algunos teóricos, pasa por tres escenarios: sostenibilidad social, sostenibilidad institucional y sostenibilidad económica.
La sostenibilidad social tiene que ver con las relaciones que el medio establece con los públicos y miembros de la comunidad, cómo establece el contacto con los oyentes y estos a su vez con la emisora por ser esta un canal de ocupación de sus preocupaciones y necesidades, pero lo más significativo para los oyentes es su apego a la credibilidad y la sencillez comunicacional.
Desde el punto de vista de la sostenibilidad institucional son los estándares que pueden dar prestigio a su identidad y como ella es capaz de incorporar de la capacitación de sus profesionales para fortalecer con mayor rigor los productos comunicativos.
Aunque se aumenta el sentido de gestión económica en cualquier actividad de la sociedad moderna, la sostenibilidad económica, es la que quizá más se conoce y menos se tiene. Es la gestión que se realiza para favorecer el proyecto comunicativo con recursos que le permitan su permanencia en el dial.
Hoy no se puede pensar que seremos sostenibles por un simple deseo sino que debemos formularnos los principios básicos de este concepto y hacer significar a todos, los que de una manera u otra, participan en el medio.
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