jueves, 30 de junio de 2011
LA ETICA EN LA COMUNICACIÓN, GARANTIA DE LA VERDAD.
En más de una ocasión he oído decir que los directores de programas se casan con un número musical y lo ponen hasta el cansancio, sin embargo otros números de intérpretes importantes no se ponen. Por lo simple del planteamiento no debemos admitirlo pero pudiera constituir una alerta al facilismo y a la pobre búsqueda dentro de los archivos disponibles.
Entonces hablemos de la ética de la comunicación pues todo comunicador debe tener presente que su compromiso es con el público por tener la gran responsabilidad de escribir, hablar e interpretar para una masa inmensa de receptores.
Tomemos en cuenta algunos ejemplos de medios que nada tienen que ver con la práctica de los nuestros. Digamos: En una radio comercial capitalista un programador o productor recibe dinero de las compañías discográficas para que ponga sus discos en la radio. Un periodista oculta intencionadamente información para proteger a un amigo e impedir que una de sus fuentes informativas “se seque”. Un escritor independiente se inventa hechos para apoyar un punto de vista. Un entrevistador con un prejuicio obvio se enfrenta a un entrevistado y ataca su posición.
Así como estos ejemplos se pudieran poner un grupo mayor de esas radios que sólo están interesadas en ganar dinero y no les importa como lo hace. Esto lógicamente es un atentado a la ética profesional, en particular, y de su medio en general
El comunicador no debe trabajar teniendo fuera de su órbita diaria los principios éticos, los valores y obligaciones para consigo mismo y con los otros. De aquí que, sin duda alguna, debe vivir inmerso en la ética individual y social. Debe tomar decisiones sobre cuestiones privadas o públicas teniendo siempre como estandarte los principios de ética.
Llevemos este tema a la radio cubana donde existen otros elementos que dañan la imagen del medio y es cuando escuchamos calificativos abstractos, sin datos y sin argumentos sólidos de hasta donde es la precisión de lo que se dice en un acto publico o en un medio sobre otro medio.
Estaríamos en mejores condiciones si ese elemento tuviera nombre y apellidos para poder depurar responsabilidades. Eso también es faltar a la ética profesional del medio y de sus comunicadores.
Pero no todo es blanco o negro, hay matices. Hoy estamos convocados a un trabajo profesional más profundo, más cercano a la obra y a sus protagonistas. Por lo que la comunicación adjetivada debe ser menor, la superficialidad para no entrar en los detalles o en la investigación de los fenómenos a comunicar también debe ser modificada en la práctica diaria. Eso también tiene que ver con la ética de la comunicación.
Cuando hablamos de ética de los medios, hay que recordar que éstos están compuestos por personas. Por tanto, la ética de los medios depende de la conducta de las personas que trabajan en ella y especialmente de quienes representan a los medios.
En cualquier medio de comunicación que trabaje un comunicador, se va ha encontrar con códigos éticos. El primero y que incumbe a todos, es el dedicado a la “verdad y, juntamente con ella, la exactitud de los hechos”. Esta divisa que nos ha enseñado la revolución y su máximo líder, Fidel Castro, en su forma de actuar por difícil que sea el momento o el hecho. Es la primera consigna del comunicador. La verdad es su norte y su guía. Deben cumplirla y observarla con imparcialidad. Ni en el deporte podemos admitir que el comunicador o narrador deportivo por representar una región sea parcial a esa región. La honestidad constituye un paradigma en nuestra comunicación.
Los códigos de éticas se deben generalizar a todos los que escriben, interpretan y hablan con el público. Cada medio debe preparar además de sus normas de redacción, el código de ética, precisando las normas de la comunicación de cada emisora de radio.
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