sábado, 16 de julio de 2011

EL PENSAMIENTO MARTIANO CABALGA EN NUESTRA AMERICA


Desde muy temprano Marti comprendió que ningún país de Nuestra América podía confiar en su vecino del norte y mientras más separado estuviera de él más libre seria. Por eso sentencio: “Y Cuba debe ser libre -de España y de los Estados Unidos-“. No bastaba librarnos de la metrópoli española si con ella, nuestros destinos fueran en busca de las “deidades” de Norteamérica.
Los imperialistas han demostrada fehacientemente creerse “que el mundo entero es su aldea, con tal que él quede de alcalde, o le notifique al rival que le quitó la novia, o le crezcan en la alcancía los ahorros, ya da por bueno el orden universal”, escribía nuestro Apóstol José Marti en su ensayo “Nuestra América”. Así ha impuesto un férreo bloqueo contra Cuba independientemente que la Organización de Naciones Unidas, en asamblea general, ha votado en diecinueve ocasiones por la eliminación de tan bochornoso acto unilateral de un gigante país contra una isla pequeña del caribe por el solo hecho de no seguir, desde 1959, siendo un aldeano sumiso y sometido a sus designios.
Cuando Fidel Castro declaró que José Marti era el actor intelectual del asalto al Cuartel Moncada, en Norte América pudieron pensar que era una frase utilizada al calor de un joven soñador pero pensando que no seria consecuente con ese pensamiento antiimperialista que abonó la filosofía de revolucionario y luchador de Nuestro Apóstol.
En la trayectoria de la revolución, amenazada antes de triunfar por las administraciones imperiales, desde Dwight D. Eisenhower, quien colaboró con la dictadura de Fulgencio Batista para evitar el triunfo del Ejército Rebelde cuando su victoria era inminente, hasta Barak Obama quien no anda muy lejos de sus antecesores y no ha resuelto nada de lo que prometió en su campaña política. Todos han colaborado, aupan y protegen a la extrema derecha en su visceral campaña contra el país, donde algunos de estos cubanos americanos tienen un expediente digno de estar en prisión toda su vida.
Todos los gobiernos norteamericanos en sus maniobras y acciones políticas, económicas y mediáticas han puesto en primera línea vender esa sociedad de consumo como el paradigma de la felicidad y el bienestar. Para ello poseen todos los recursos para intentar destruir, tergiversar, falsear y eliminar ese faro que hoy alumbra con más fuerza, no solo en la América Nuestra como la llamara nuestro Héroe Nacional, sino que se extiende a todos los rincones de este planeta de donde es reclamado nuestro servicio profesional.
Herederos de esa filosofía revolucionaria martina es que los cubanos consecuentes con su legado hacen suya estas palabras del maestro: “Nada piden los cubanos al mundo, sino el conocimiento y respeto de su sacrificio: irá al universo su sangre”
Para algunos incautos de este mundo tienen en su aspirado modo de vida la banalidad, el etiquetismo y la superficialidad como la fundamental meta ha alcanzar. Sobre ello Marti advirtió: “el lujo venenoso, enemigo de la libertad, pudre al hombre liviano y abre la puerta al extranjero. Otras acendran, con el espíritu épico de la independencia amenazada, el carácter viril”.
La vigencia del pensamiento de nuestro José Marti se recoge su fruto y dispone el camino duro y difícil a seguir, por ello en “la generación actual lleva a cuestas, por el camino abonado por los padres sublimes, la América trabajadora; del Bravo a Magallanes, sentado en el lomo del cóndor, regó el Gran Zemí, por las naciones románticas del continente y por las islas dolorosas del mar, la semilla de la América nueva!”
Marti nunca abandonó el discurso político-social, el discurso conceptual, filosófico, de pensamiento sobre la realidad que analizaba, de la cual obtenía conclusiones a todas horas e hizo recomendaciones para los latinoamericanos.
Señaló con precisión la actitud que se debía asumir ante lo qué se deben imitar, qué no, qué es lo hermoso y lo positivo que se observaba en aquel experimento estadounidense.
Nuestro Héroe Nacional no dudó que todo lo positivo y que ayudara a nuestros pueblos debía imitarse para alcanzar más ciencia, más progreso.
Pero también advirtió qué es lo que no se debía hacer, que es lo que no se podía imitar de ninguna manera del modelo norteamericano.
Marti nos aportó, como ningún otro intelectual, esa perspectiva visionaria sobre el peligro que se cernía sobre nuestros pueblos de Latinoamérica y Cuba con el interés desmedido de los Estados Unidos de inmiscuirse en los asuntos internos y de apoderarse de las riquezas de cada país.
He aquí la justeza de estas palabras con los hechos que nos han acompañado en estos más de 50 años bajo la agresividad más cruel que un país le puede imponer a otro, tomando en cuenta que el impone es el más poderoso de esta tierra contra uno pequeño, sin casi recursos naturales pero que a su vez ha dado muestra de firmeza, gallardía y sabiduría de resistencia, algo que no esta dentro de la lógica imperial.

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