lunes, 5 de septiembre de 2011
Silvio siempre a su altura
Publico estos dos escritos donde se explica actitutes y acciones de dos trovadores cubanos tomado del Blog de Silvio Rodriguez
En el blog de Silvio Rodríguez aparece una carta que en 1986
escribieron Pablo Milanés y él al contrarrevolucionario y agente de la
CIA Montaner cuando ambos hacían una visita a España.
La carta dice:
RESPUESTA A UNA PROVOCACION DEL SEÑOR CARLOS ALBERTO MONTANER
Aquí estamos de nuevo, como tantas veces desde aquel año en que por
primera vez el generoso pueblo de casi todo el Estado español dio
bienvenida a nuestras canciones. Siempre hemos vuelto con legítimo
orgullo, como cuando se visita la casa de un abuelo con honra. Nunca
vinimos a quejarnos de lo que, del hogar, nos pudiera inquietar;
porque aunque el mundo es la gran casa, tenemos un rescoldo caribeño
que hemos sabido mantener tibio con el compromiso del amor.
Pero sabemos que hay quienes no piensan ni sienten como nosotros.
Incluso existen quienes se proclaman artistas y mienten, se engañen o
no a sí mismos, porque han sembrado tanto odio que supone imposible
una cosecha de gracia.
Por ser parte de un proceso revolucionario como el cubano, como el
nuestro, no basta con escribir frases lapidarias desde una inmaculada
urna de cristal; hay que desgarrarse con toda la realidad que entraña
el quehacer cotidiano de mujeres y hombres que aman y sufren, que lo
hacen mal, regular o bien, que se equivocan y que son víctimas de
equivocaciones, pero que no eluden el reto que implica hacer cada día
mejor y siempre más humana una obra revolucionaria que
indiscutiblemente es un ejemplo para América Latina.
Nadie confunda la humildad con el temor. Hemos tomado las armas,
incluso las terribles, para defender, sin reparar en riesgos, lo que
consideramos justo; el pueblo que edifica nuestra Revolución, la
Revolución que edifica nuestro pueblo. Y nadie nos paga para
defender lo que creemos. Sólo nuestra propia conciencia nos somete
cada día a un riguroso pero necesario examen y cuando no estamos de
acuerdo con algo, así como cuando estamos de acuerdo, lo cantamos y lo
asumimos en Cuba y donde sea necesario. La única prisión que
padecemos es la de no poder librarnos de la espantosa verdad de las
guerras, la miseria, la ignorancia y toda la injusticia que mantienen
el egoísmo y la explotación en el mundo.
Aquí estamos de nuevo y como siempre regresaremos a Cuba. Estamos
orgullosos de vivir, de trabajar, de crear allí, de discutir y pelear
a los cuatro vientos para que todo se haga mejor, para nosotros mismos
hacerlo mejor; nunca creyendo que tenemos la verdad absoluta en
nuestras manos, porque la sencilla verdad, la nuestra, hace tiempo que
la comparte la gran mayoría de nuestro pueblo; y juntos, la
recrearemos, como ahora, en trabajo, en amor, en canciones, en
dignidad.
Pablo Milanés
Silvio Rodríguez
Madrid, 28 de mayo de 1986.
Al leerla un estudiante que firma Manuel R. le pregunta por Pablo y la
actual campaña desatada por sus recientes declaraciones en EEUU.
Silvio le responde:
Manuel R:
Pablo y yo hace algo más de 20 años que no nos vemos. Tampoco nos hemos
hablado ni por teléfono. O sea que el Pablo que conozco tiene casi un
cuarto de siglo de retraso. Aún sin estar cerca, en este tiempo sin
relacionarnos directamente, ambos hemos mantenido una actitud
respetuosa respecto al otro. Nos conocimos en 1967 y dejamos de vernos
y de hacer proyectos juntos a fines de los 80s. Mientras duró, nuestra
amistad rebasó lo que pudiera ser una simple colaboración. Fuimos
testigos de muchos eventos personales de ambos. Y también colectivos.
Vimos nacer a
nuestros primeros hijos, fraguarse y deshacerse amores, proyectos,
sueños de diferente linaje. Hay zonas del Pablo actual que son nuevas
para mí y hay otras que me son muy conocidas. Y para resumirte mi
postura, o para que aprendas a verla como es, sin confusiones, te la
voy a identificar: Mi postura es la que mantengo cada día; lo que hago
y lo que digo, el testimonio cotidiano de un hombre que, más por
intuición que por sabiduría, nunca se ha creído infalible. Asimismo no
me siento
capaz de juzgar, menos públicamente, a un viejo amigo; pero de lo que
sí estoy seguro, Manuel R., es de que Pablo está convencido de estar a
la altura de lo que cree de sí mismo.
Esto me da oportunidad de decir que muchos ataques a Pablo no los he
puesto aquí en el blog. Siempre han existido los "Pablistas" y los
"Silvistas". Por mi parte nunca -jamás- he permitido que en mi
presencia nadie hable mal de Pablo. Cuando me botaron del ICR en 1968,
también fue por defenderle. Y por principios -míos- lo sigo haciendo,
aún cuando Pablo me incluya a mi entre los "despreciables" que
seguimos defendiendo la Revolución, y los que firmamos la carta que él
entendió a su manera
(y todos los que la firmamos entendimos de otra, o sea un momento en
el que había que cerrar filas con la defensa de Cuba). Como dice un
amigo mío: "Hay un viejo proverbio latino que dice Quod escripsi,
escripsi. Lo que está escrito está escito y no se puede borrar." Que
cada cual asuma lo que le toca, y allá el que se arrepienta de la
gloria que ha vivido por lo que quiera aparentar.
Coincido con Pablo en muchos de sus juicios críticos sobre la realidad
cubana. Me parece que algunos de esos puntos los he tocado en
conferencias de prensa en Cuba. Lo que escandaliza a algunos no es el
contenido de sus críticas sino la forma, que además de burda parece
desamorada, sin el más mínimo compromiso afectivo. Otra cosa que duele
es que haya manifestado esas críticas en Miami, a unos días de un
concierto que, por más propaganda que hacían, no se llenaba. Y para
colmo que las hiciera a medios que tildan de héroes a terroristas que
han derribado aviones civiles, medios cuyos dueños han pagado actos de
violencia contra Cuba.
Es importante que los que vivimos en esta sociedad imperfecta -y eso
quiere decir con cosas malas pero también con cosas buenas- sigamos
criticando, sigamos mejorándonos. Y que este ejemplo triste no les
sirva de pretexto a los extremistas para cerrarse a cal y canto. Ese
es un daño interno que nos hacen actitudes como esta. Pero en las
Revoluciones, si son verdaderas (como creo que es la cubana), nadie es
imprescindible, al menos para siempre. Cada baja nos enseña a llenar
la ausencia con lo que tengamos, y a aspirar a ser tan buenos como lo
que nos falta.
No en balde escribí, hace unos 30 años:
Salgo y pregunto por un viejo amigo
de aquellos tiempos duramente humanos,
pero nos lo ha podrido el enemigo,
degollaron su alma en nuestras manos.
Absurdo suponer que el paraíso
es sólo la igualdad, las buenas leyes.
El sueño se hace a mano y sin permiso,
arando el porvenir con viejos bueyes.
Vaya forma de saber
que aún quiere llover
sobre mojado.
5 de septiembre de 2011 06:44
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