Si para un periodo la programación radial era grabada, hasta el punto de incluir en esta modalidad a las revistas informativas y noticieros, ello nos permite analizar que fue un tiempo en que se avanzó en el ducodrama, reportaje, la dramatización en programas informativos, constituyendo paradigmas a tener en cuenta y realizadores que crearon una escuela de documentalistas radiales.
Por una parte esta modalidad fue sedimentando en los programas lentitud, falta de frescura y monotonía pero sin embargo el nivel artístico fue recreado en otros tipos de programas.
Baja audiencia
La concentración, en un momento determinado, de todos los informativos desde boletines hasta los noticieros, en una misma redacción daban poca posibilidad al dinamismo y en sentido general las emisoras fueron perdiendo su audiencia y el por ciento de escucha se redujo a índices muy bajos.
Este hecho tuvo sus antecedentes en la programación general, cuando se convirtieron las emisoras nacionales en centros de transmisiones de lo producido por una dirección general de programación.
Empobrecimiento de la veracidad
La necesidad de dinamizar la comunicación radial hace regresar a que cada emisora produzca para si pero el mal estaba hecho y algunas emisoras no recuperan su estandarte aun cuando sus programas tuvieses buena realización y los contenidos respondían a un entramado cultural significativo.
La experiencia de productos radiofónicos que lograron impactar en la vida de los oyentes de forma sensible y constituyeron un permanente atractivo de los símbolos artísticos, como aventuras, programas infantiles, novelas y programas musicales ya no fueron rescatados porque la dinámica social correspondía a otros tiempos.
En un primer momento, apelando a ser más directo, sencillo y claro se limita la utilización de palabras de poco uso para lograr mayor precisión pero ello pudo conducir a un empobrecimiento de la veracidad o accesibilidad.
En este tiempo también se fue incluido temas que pretendían elevar el nivel cultural pero el resultado alcanzado fue la desconexión con el programa o la emisora por parte de los públicos metas por un inadecuado empleo de los códigos radiales en programas especializados y la introducción en el medio de lenguajes pertenecientes a otras medios como el aula por solo citar un ejemplo.
Lenguaje comunicativo
No es aligerar o simplificar los contenidos para hacerlos accesibles, para que se entiendan, es realizar lo que pertenezca en cada momento. No pretender embellecer un producto para impactar en el oyente sino lograr un terminado recuerdo.
Entonces se reclama una producción radiofónica que descansara en la “disposición para” y la “capacidad de” que atenuara la fatiga del oyente, provocado por un discurso desmovilizador, donde se aprovechara plena y expresivamente todos los elementos del lenguaje comunicativo. Recuperar la magia de la seducción y colocar en la atención de los oyentes el máximo aprovechamiento de la potencialidad expresiva a través de la adecuación en la programación teniendo presente las características del medio.
La radio es sometida a una enorme competencia de las imágenes sonoras y también de funciones que le eran únicas o casi únicas como la transmisión de noticias y músicas. Hoy ese panorama ha cambiado y el espectro donde se puede obtener estos contenidos es variado y de calidad.
Reclamo urgente
El empleo de toda la sabiduría, el talento y las técnicas de la comunicación a favor de lograr un producto radiofónico único es un reclamo inminente. Los tiempos han cambiado, los públicos tienen, por sus posibilidades reales, necesidades distintas y variadas que el medio debe intentar resolver.
Una producción expresiva respetará el principio de visibilidad y hará los mayores esfuerzos por “mostrar” sujetos y objetos a la imaginación del oyente. Pero mientras se afana por alegrar la vida con pasajes y relatos de optimismo, también debe procurar satisfacer el como mejorar la vida con elementos agradables.
El soporte sonoro necesita asumir el desafío de trasladar al oyente las sensaciones climáticas, sensuales, universales y gentiles haciendo sentir e imaginar todo lo que se le relata.
En esta actividad descriptiva el oyente alcanza reconocer la realidad imaginada por él de lo que escucha y hacer su propia versión de lo narrado por la radio. Hacerlo reaccionar ante el peligro y lo festivo sin dar lugar a lo dubitativo.
Sentido de pertenencia
Para lograr mayor acción en este sentido la radio debe lograr que el oyente sea parte protagónico de su programación, sentirse responsable de los contenidos y alentado a la participación con un sentido de pertenencia al medio.
El ambiente creativo se puede crecer ante limitaciones materiales, hurgar en la experiencia y emplearla recreando la realidad actual. No es posible mantener sujeto a una señal a los públicos con aspectos y temas desvinculados de su situación emotiva, espiritual y material.
La radio no tiene otra alternativa que desarrollar su característica de compañía, solidaria individual en tanto se comunica con muchos.
Brecha equivocada
Todo es posible si no seguimos por la brecha de la simplificación en los programas, que resultando novedosos en un momento determinado, envejecen con mucha rapidez porque se vuelven repetitivos, esperados y donde el pensamiento colectivo es poco empleado o se hace sin estrategias planificadas.
Pero una cuestión básica debe acompañar a todo el quehacer de la Radio Cubana en estos tiempos, enaltecer, con sus defectos y virtudes, el esfuerzo que la sociedad realiza en aras de perfeccionar. Tener presente el protagonismo que las personas representan y su aportación a la colectividad o de perjuicio, provocado por su proceder.
Con el arte podemos configurar, a través de obras especificas, la transmisión de expresiones emocionales y la radio en esa concepción artística posee un campo sumamente fértil. No autolimitar la creación, buscar la clave para comprender la función del arte radiofónico y propongámoslo aun más fuerte al servicio del oyente.
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