domingo, 16 de septiembre de 2012

El asesor ¿funcionario o artista?


Desde hace algún tiempo escucho con atención un debate sobre el papel del asesor radial. Pienso que el tiempo nos ha jugado una especie de trampa y la producción radial avanza en una dirección y los participantes en la creación no han avanzado al mismo ritmo, por lo tanto nos encontramos ahora juzgando el asesor que se diversificó en la radio a tenor de otras razones y que hoy esos motivos son superados por otros equipos especializados que garantizan la calidad de los programas desde otro punto de vista, o mejor, desde otro análisis más profesional que el solo hecho de cuidar que no salgan en los contenidos nada que no estuviera en consonancia con la política de programación del Instituto Cubano de Radio y Televisión. ¿Estoy proponiendo que no exista el asesor? Nada que ver. Lo que sí creo que los programas que deben tener en su colectivo un asesor no son todos y hay que justificar el trabajo que en la producción radial esta responsabilizada por la participación de esta figura. Por otra parte el asesor, como parte del colectivo de creación del programa participa desde que el escritor comenzó en la propuesta de una obra y juntos con el director del espacio avanzar hasta la grabación. Esto no reduce la responsabilidad del director que para mí es el máximo responsable de la creación que una vez puesto de acuerdo con el escritor y el asesor logran entender cual es la estrategia mas útil hasta para la colegiatura del reparto en cualquiera de los casos, no sólo para el programa dramatizado sino cualquier otra que sea necesaria la participación del asesor. Ya pasamos por el funcionario, la persona de confianza que responde por los intereses de la programación, que se responsabiliza con el contenido político ideológico. En este sentido he oído decir: eso me parece que o es así pero el asesor lo aprobó. Soy del criterio que el asesor si es un artista y eso le permite interpretar el papel que le toca, que debe ser un profesional preparado, con autoridad real y no se puede desentender de ningún paso de la producción de un programa. Ahora bien, que hace un asesor en un programa en vivo cuando tiene a un director y un asistente que trabajan en la proyección semanal, mensual o como mejor convenga al programa. ¿Será que los programas informativos son menos exigentes cuando publican todos los días el acontecer nacional y extranjero sin la figura del asesor?. ¿Que asesor se requiere para un programa de trova conducido por un especialista conocedor de esa música. Nada puede verse tan sencillo pero tampoco tan complicado. Recuerdo cuando en nuestro Instituto teníamos un grupo de talentosos historiadores para asesorar los programas históricos, encabezado por Jorge Ibarra, Premio Nacional de Literatura. Hemos conocido programas asesorados en todos los tiempos por personas que no están calificadas y los programas tienen una gran aceptación de los oyentes, audiencia que en nada está condicionada al trabajo de asesoría, pues si no hace falta, no hace falta y demos la personalidad y responsabilidad que le toca al director que es la figura principal de cualquier programa, y lo repito, el director que es la figura principal de cualquier programa bajo su responsabilidad. Hay otros aspectos o interrogantes que no sólo tienen que ver con trabajar con escritores nuevos, hay que trabajar con directores nuevos y quizás esto lleve un tratamiento diferenciado, porque de algo estoy muy claro, no debe ser el dinero y su monto, el limitante de trabajo y el móvil de las decisiones sino encontrar fórmulas que garanticen una producción mucho más atractiva, con contenidos interesantes y motivadores de imágenes, posibilidad que sólo nuestro medio permite hacer hasta las posibilidades que seamos capaces de proponer y provocar en nuestros públicos. Tomo este párrafo del colega santiaguero, Reinaldo Cedeño, donde formula “varias interrogantes ligadas a la sensibilidad artística del asesor: la formación de los asesores, su actualización y superación una vez incorporados al trabajo diario, el dominio cultural al lado del dramatúrgico, el tiempo real empleado por espacios, la carga de trabajo, el control y diseño evaluativo, las leyes que propugnan sus facultades y su consideración como “artista”.” Creo justa la preocupación de Cedeño que no sólo es válida para el asesor sino para todos los que de una manera u otra participan en la creación, incluidos los directivos, que deben velar porque el proceso productivo creativo se cumpla y que para poder exigir deben entender su rutina productiva para poderse comunicar con los creativos. Hoy el avance tecnológico requiere un mayor conocimiento de las posibilidades que en la creación nos permite avance, aun con insuficiente explotación. Para ello es necesario estudiar, investigar, colectivizar proyectos, porque aunque la radio tiene muchos menos mediadores que otros medios como la televisión, los tiene y deben estar incorporados para que el producto radiofónico sea de alta calidad y aunque la idea sea individual en el proceso es conjugada, apropiada y enriquecida por la inteligencia creativa del colectivo que participa. Imposible dictar una receta de cómo diseñar o definir las funciones de un miembro importante en el colectivo de creación pero de lo que si no me cabe duda es que no todos los programas necesitan del asesor, que el programa que lo incorpore no tendrá a un mago para resolverlo todo, pero juega un papel importantísimo en ese trío de creación que lo constituyen escritor, asesor y director. Ahí está parte del éxito garantizado si se trabaja como un todo. Tengo el mejor recuerdo de equipos de asesores que trabajan en la estrategia de la programación a un año vista y donde la preocupación no sólo es de su espacio sino del conjunto de programas a los que hay que buscar escritores que se encarguen de temas, ya sean obras adaptados u originales, particularmente para los espacios dramatizados. De igual manera se trabaja en los variados pero no es así en otros tipos de programas donde el director es la figura determinante para cumplir con el diseño que se ha establecido en la programación. Recordemos que la especialidad académica que debía cumplir cualquier persona para desempeñarse como asesor era fundamentalmente la de historiador, sin embargo hoy la preparación de muchos asesores es muy diversa más la que desde su puesto ha hecho en cursos, diplomados y maestrías. La tarea del asesor como la de cualquier especialista dedicado a la comunicación es estar al tanto de los avances y modelos en dicha disciplina como también conocer y estar al tanto de las complejidades sociales que abarcan las proyecciones del medio radial. Sobre este figura artística como la de otras que se desempeñan en la radio se requiere seguir profundizando, debatiendo porque la verdad no es absoluta pero algo nos debe quedar claro; la sociedad cambia, los modelos se funden. Estudiar, debatir y proponer nuevas formas para nuevos contenidos es el reto que la vida impone, aceptemos el desafío que exige el momento.

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