Aspiramos inquietar a los que participan en el fascinante mundo que constituye trabajar para la Radio, medio caracterizado por su fugacidad, individualidad de su audiencia, poder de convocatoria, economía, sencillez en su operación y compañía personalizada. Trataremos de introducir algunas experiencias y algunos criterios adquiridos del estudio de la teoría de la comunicación aplicada al medio en cuestión. No pretendo impartir una conferencia académica sino compartir lo que he aprendido en los años de trabajo en el medio y saber que una de la principal característica de la radio es que es un medio de acción y que ésta acción tiene que estar vinculada con su público que cambia o evolucionada con el tiempo por lo que la radio tienen que ser un medio que va junto al tiempo, en constante cambios, saber cuando y que hay cambiar y hacerlo.
En relación con otros medios de comunicación, la radio genera una situación comunicativa muy particular, en la que emisor y receptor se ven sin ser vistos, en la que se perciben espacios sin ser percibidos; en la que, sobre la nada, se dibujan mares, ríos, montañas, animales, rostros, sonrisas, tristezas. La radio, como muchas veces se ha dicho, es un medio ciego, pero también es, al mismo tiempo, un mundo a todo color. Por lo que apelar a la imaginación no puede ser un mandato sino una provocación donde el oyente sea seducido por quien le propone que lo escuche.
La radio es todo eso porque, en aquel que la escucha, genera constantemente representación de imágenes que, a diferencia de esas otras imágenes que ofrecen otros medios, no están limitadas por espacios, ni por pantallas, ni por colores, ni por sonidos. Tampoco están limitadas, ni mucho menos, por el lenguaje radiofónico; un lenguaje que, como luego veremos, presenta una gran riqueza expresiva y unas extraordinarias posibilidades de explotación.
La capacidad de generar imágenes mentales en los oyentes es, sin duda, la principal especificidad de la radio como medio de comunicación, aunque tradicionalmente también se le han atribuido otras propiedades a las que necesariamente tenemos que referirnos: su inmediatez, la heterogeneidad de su audiencia, su accesibilidad o la credibilidad de sus mensajes. Además, la radio, en comparación con la prensa o la televisión, es barata y técnicamente sencilla. No hace falta disponer de grandes infraestructuras para emitir, ni trasladar cámaras, ni equipos de iluminación, ni poner en marcha impresionantes rotativas.
La radio, pese a los avances que han experimentado otros medios, gracias a la incorporación de las nuevas tecnologías de la información y de la comunicación, sigue siendo, en la actualidad, la más rápida, la más instantánea, sobre todo a la hora de transmitir acontecimientos noticiosos de última hora. De la misma manera, la radio no ha perdido la virtud de llegar a todos los públicos, porque, entre otras cosas, sus mensajes son sencillos y fáciles de entender, su escucha es compatible con el desarrollo de otras actividades, entretiene, es gratuita, y a diferencia de la prensa, la televisión o el cine, para algunas personas discapacitadas no interpone barreras.
El medio que nos ocupa ha inspirado tradicionalmente una gran confianza entre sus seguidores, posiblemente porque la mayoría de los locutores se dirigen a ellos de tu a tu, les despiertan por la mañana, les acompañan durante la noche, conversan con ellos, les hablan..., y casi siempre con una aureola de naturalidad y amistad que difícilmente se aprecia en otros medios audiovisuales. En la confianza que despierta la radio entre la población, radica en el hecho de que, hoy por hoy, siga suscitando una gran credibilidad. Pocos ponen en duda, por ejemplo, la veracidad de la información radiofónica.
Pero como se puede intuir, no todo son ventajas. La radio tiene otras características que conviene no perder de vista, ya que influyen poderosamente sobre el trabajo diario de sus profesionales y condicionan gran parte de las tareas productivas más cotidianas, como la redacción de los textos y la locución. La radio, no lo olvides, es un medio exclusivamente sonoro y, por tanto, en la percepción de sus mensajes sólo participa uno de los cinco sentidos: el oído.
Toda organización tiene su propia cultura que la identifica, la caracteriza, la diferencia y le da imagen. La radio no es ajena a estos principios por lo que es importante conocer, transmitir y consolidar la cultura del medio radial pues ésta integra los comportamientos hacia metas comunes, constituye una guía hacia la realización de actividades, elaboración de normas y políticas para establecer directrices, en fin, la cultura encausa el funcionamiento global de la estructura señalando las prioridades y preferencias generales que orientan los actos de la organización. Este tipo de comunicación reviste mayor importancia cuando se maneja dentro de un contexto de cambios donde entra en juego una serie de elementos a tomarse en cuenta, además del choque cultural que se pudiera presentar. La programación de una radio constituye el proceso de producción de esa entidad y para ello es necesario seguir de forma sistemática un grupo de tareas que permitan tener éxito para su principal consumidor, su público meta, que debe estar identificado, para poder dirigir el producto radiofónico de forma efectiva. Lógicamente debe estudiarse el modelo de comunicación que se empleará y la tipología de programas que se asumirá. Ningún modelo de comunicación, por revolucionario que este sea, puede hacerse sin tener la referencia del público. Asumir la definición de su perfil no solo es ser consecuente con él sino que se debe crear todos los mecanismos que garanticen el control para evaluar sistemáticamente su comportamiento. Cada programa debe contribuir de forma particular a fortalecer el perfil de la emisora y, a su vez, tener su propia identidad
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