domingo, 3 de febrero de 2013

La función educativa en la radio.


Si los que laboran en el medio radial lo hace por el solo hecho de tener un empleo o un salario sin que se entienda la utilidad de la herramienta de trabajo que constituye dominar las herramientas y los códigos de la comunicación como una vocación, el medio radial como una profesión y como parte de su vida, un instrumento de educación y cultura popular, como una promotora de auténtico desarrollo; que piensan que éste, como todo medio de comunicación colectiva cumple una función social, un aporte frente a las urgentes necesidades de las masas populares. Ningún teórico podría dictar una forma de hacer radio solo indicar el camino y sugerir el resultado socializado de la experiencia. No cabe duda que el nivel teórico que los realizadores y directivos alcancen contrastando con la multiplicidad de criterios y experiencias de colegas de cualquier región permitan emplearse en novedosos proyectos ratificados por el resultado de las investigaciones sociales, el debate del grupo de especialistas de cada emisora y el dominio de la realidad social donde se aspira se tenga alcance por las transmisiones del producto comunicativo del diseño. Siempre que el pensamiento este puesto por aquéllos que quieren asumir el quehacer radiofónico como un servicio y compromiso con su público. Debemos esclarecer que radio educativa es una de las funciones de mayor importancia que cumple el medio pues en cada producto radiofónico debe quedar más o menos elementos que fortalezcan el conocimiento en el oyente. Cuando se nos habla de radio educativa, la imagen que surge espontáneamente puede ser la de un solitario profesor instalado ante el micrófono y enseñando, con voz y tono de magisterio para un invisible alumno, las tradicionales nociones de la clásica escuela elemental. Según Mario Kaplún “hay que convenir en que, desgraciadamente y salvo honrosas excepciones, la mayor parte de la radio educativa que se ha venido haciendo hasta ahora en América Latina, ha contribuido a reforzar esa imagen más que a modificarla ”. Por otra parte los programas culturales deben estar dirigidos a que los públicos dominen los códigos que se establecen en cada disciplina del arte y deben llegar, atraer y servir al pueblo. Así también debe comprender todo aquellos que constituye elemento cultural de la sociedad y que define y diferencia una población de otra. Transitar, a través de la historia, por los valores que esa población a formado a través del tiempo y han sido heredados por las generaciones sucesoras como rangos identitarios de un país, de una cultura. Retomadas por la radio en lenguaje claro y sencillo ayudara a divulgar ya no solo en los nativos sino en todos los interesados foráneos que los diferentes canales de comunicación permiten expandir a través de internet hacia cualquier región de este planeta. Todos hemos estudiado que el medio radial tiene tres funciones que cumplir dentro de sus contenidos y aunque no se puede aseverar que son puros para el estudio los haremos en el siguiente orden: Informar: claramente el de mayor peso en cualquier programación le corresponde cubrir con inmediatez todo lo que acontezca en su área de acción o valido para el interés de sus oyentes no importa donde haya ocurrido. Educar: no habría que explicar mucho que es una función interesante a la que debemos cumplir con responsabilidad, desechando todo vestigio de chabacanería, superficialidad y permita reforzar los valores de una sociedad superior y mas culta sin didactismo ni sustituyendo niveles de enseñanza que otras instituciones deben cumplir siempre que sea posible. Entretener: por último lo que parecería más fácil casi siempre constituye lo más complicado que buscar contenidos atractivos que sirvan de entretenimientos y a la vez informe y eduque sin que solo recaiga en el concebido chiste o programa humorístico, juegos participativos que en muchas ocasiones son de contenidos superfluos. No se podría negar que lo verdaderamente funcional de la categorización sea la comprensión real de las tres funciones y hacerlas participar en los contenidos de forma natural donde exista una efectiva relación entre ellas. Es cierto que la radio tiene esas tres funciones; no es tan cierto que de ellas deban derivar tres tipos de programas totalmente independientes y diferenciables. Algunos teóricos afirman que para hacer cumplir las tres funciones de la radio se debieran crear tres tipos de programas, ello seria una visión muy estrecha de lo que ya paso a la historia de hacer productos radiofónicos; hoy cualquier programa puede tener más de una de las funciones imbricando en sus contenidos los intereses de sus públicos para lo que convertiría los programas en más movilizadores y participativos. La educación es un proceso continuo y no solo el aula y la edad determinan las formas de aprender. Los medios y en particular la radio contribuyen a que las personas reciban conocimientos siempre independientemente de la edad. Lógicamente es de suma responsabilidad para los decisores de los diseños estratégicos de programaciones y a los creadores corresponde interpretar correctamente las políticas establecidas para de forma creativa hacerla novedosa y atractiva imponiendo en cada emisión algo nuevo y de impacto, desconocido o hacerlo recordar. Los componentes que permiten tener mayor información además de las aulas en cualquier nivel se encuentran en los medios de comunicación social, en el trabajo y en las relaciones personales con amigos y conocidos que imponen elementos desconocidos. Todo programa educa; sólo que .lo mismo que en la escuela y en el hogar puede educar bien o puede educar mal. Una de las consecuencias negativas de la categorización que se está cuestionando, ha sido la de eximir de responsabilidad a los programas de entretenimiento, aduciendo que son neutros e insignificantes; sostener que no hay que preocuparse por sus contenidos ya que son hechos y oídos como meros pasatiempos intrascendentes y ajenos a todo efecto educativo significa simplificar esos tipos de programas y despreocuparse de lo que allí se dice. Y la otra consecuencia igualmente peligrosa, es la de ver a los programas culturales y educativos como algo aparte, desligados de la obligación de ser amenos, atractivos, conectados con la vida. Así se fragmenta la transmisión y se compartimenta al oyente. Como si el ser humano no fuera siempre el mismo. Como si escuchara el programa de entretenimiento en mangas de camisa y, cuando llegara el programa cultural, corriera a ponerse un frac.

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