Cuando en enero del 2013 asuma quien asuma la Presidencia de los
Estados Unidos, ya sea del Partido Demócrata o Republicano, qué podemos esperar que no sea lo mismo con un poco más o menos de lo anterior.
Como en toda campaña electoral en los Estados Unidos, la actual carrera hacia la presidencia dejará ver, una vez más, de qué se trata tal democracia y tal libertad. Se hacen promesas para obtener "el voto de los negros", otros ni esos quieren, prefieren hacerlos con los latinos o no hablar directamente ni en contra ni a favor, pero lo que si queda claro que en una sociedad con concepciones discriminatorias siguen siendo los "negros", desposeídos, perseguidos, gentes de segunda. Y así, también, hay dulces promesas para millones de inmigrantes, hoy atemorizados de ser descubiertos por estar indocumentados, "ilegales".
Todo lo anterior convierte a los negros, inmigrantes e indocumentados en una masa de exclusiones sociales que no responden categóricamente a los intereses ni de los candidatos y mucho menos de los gobernantes de ese país.
Al final leeremos en más de un despacho informativo como concluyeron los festejos eleccionarios y podremos comparar cuales son los cambios y las similitudes de éstas con las de l888, descritas por Marti de la siguiente manera: “Músicas, candeladas, vociferaciones nocturnas, procesiones de seis horas, ¿qué no se compra con el tesoro enorme de los monopolios?
También seguía insistiendo con la siguiente pregunta: “¿Qué Indiana está en riesgo? Pues allá van trescientos mil pesos en un cheque para comprar el voto flotante”. ¿Quién pone en duda que ayer era importante en la campaña electoral el dinero? ¿Quién duda que hoy ese dinero no sea multiplicado por los interesados en uno u otro candidato con posibilidades de ganar? ¿Quién pone en duda que se acuda a las trampas que ayer fueron validadas y hoy seran superadas en aras de la “Libertad”?.
Marti lo refirió claramente: “Que la pasión o la opinión den noventa mil votos: los once mil que faltan se compran con cincuenta y cinco mil pesos” . Cuando en esa ocasión un voto costaba solamente cinco pesos.
En algunos análisis actuales se pone de manifiesto que el dinero sigue siendo la brújula que marca el horizonte a seguir en las elecciones de los Estados Unidos. Por ejemplo: Se afirma que si un candidato no sale en los medios de prensa es porque no ha puesto dinero y eso no es serio.
Como es sabido, en las campañas electorales el que más dinero pone más se acerca a la meta. Se trata de una oferta a fuerza de dólares y de arengas y llamamientos a resolver las "asignaturas pendientes", entre ellas las de género, seleccionando la mejor música para los oídos de mujeres hartas de estar hartas, tanto en la inclusión como en la exclusión. La recesión económica sigue firme y la sed de petróleo aumenta -ya no solo en el de Oriente sino el de Venezuela, Ecuador, Bolivia- como el presupuesto bélico y las adicciones a la cocaína, la marihuana, el éxtasis y la violencia en los videojuegos y en las escuelas.
Por otra parte se dice que el dinero es la leche materna de la política. Lógicamente todo lo que esté fuera de ese entendimiento y se distancie del punto de vista de los intereses corporativos no encontrará respaldo del capital norteamericano y tendrá que desistir del sueño de gobernar el imperio aunque sea solo por un mandato.
Si esto es así, y parece que no cambiará en lo fundamental, tanto desde que lo describiera Marti como que el dinero, en última instancia, compra los votos que hagan falta para completar, como ya ocurrió con Bush en la Florida, qué importancia tiene el discurso electoral si al final la política, en lo esencial, es la misma.
Los candidatos ya anuncian, tanto los demócratas como los republicanos, cual será la posición hacia Cuba, Venezuela, Bolivia, Nicaragua, Ecuador y todos los países que no se alineen con la política de los Estados Unidos.
Entonces nos queda claro que cuando Marti advertía que: “Ha de haber un poeta que se cierna sobre las cumbres de los Alpes de nuestra sierra, de nuestros altivos Rocallosos; un historiador potente más digno de Bolívar que de Washington, porque la América es el exabrupto, la brotación, las revelaciones, la vehemencia” nos proponía claramente que aunque los “gobiernos nos desconocieran, los pueblos tendrán siempre que amarnos y admirarnos”.
En una nación de alrededor de 300 millones de personas, una candidatura que no obtiene cobertura de la radio o la televisión no es una candidatura de verdad, no son serios contendientes, porque no han juntado dinero en serio. Por tanto en una nación donde el dinero manda, ¿por qué va a dejar de regir el proceso político?
Ya candidatos a la presidencia están ofreciendo en su programas mensajes sobre lo que se necesita en Estados Unidos, el tipo de Presidente que se requerirá desde el primer día para ser comandante en jefe que pueda cambiar el rumbo de la economía.
Hasta ahora ningún candidato a la Presidencia de los Estados Unidos rechaza por completo la carrera de las armas que garantizan, no la seguridad nacional, sino, en primer lugar, el capital de los monopolios de la guerra.
Por eso cuando estudiamos a Marti y comparamos el proceder de hombres de poder o aspirantes del poder no podemos dejar de pensar que las soluciones de los pobres no están en los resultados de las elecciones de Norteamérica. Tampoco podemos dejar de observar con atención cual será el proceder hacia nuestros pueblos.
Corren en estos tiempos “argumentos” de campaña electorales basados en historias personales, prejuicios, descréditos sobre los contrarios, solución de las amenazas de los “terroristas”, países que supuestamente amenazan la seguridad nacional de los Estados Unidos.
José Marti también observó muy bien la sociedad norteamericana, como ningún otro intelectual latinoamericano, sus características y el comportamiento de sus gobernantes y nos legó en su pensamiento cómo debía ser un hombre de bien: “La gloria no cede a los amantes bruscos que corren tras ella y la fatigan, sino a los amantes dignos que la respetan e intentan ganarse su afecto por sus altas obras”
No podemos desconocer que en la política de Norteamérica imperan las ansias de poder, el egoísmo y el desprecio a los desposeídos. Aspecto que se le inculca a la sociedad envuelto en una “amenaza a la Unión”
Los medios de comunicación juegan un papel importante en estas campañas y en el refuerzo de los valores de la “sociedad de consumo”, de la vida americana. Estas influencias, que a través de los medios, no solo quedan en el marco geográficos de los Estados Unidos sino que se tratan de generalizar como “producto cultural” en el cine, la televisión, la música y cuanto se pueda exportar para el consumo de los incautos, vigorizar el espejismo de la sociedad ideal a la “americana”.
Los marginados y los inmigrantes son vistos y tratados como personas que empobrecen al Estado de la Unión. Por eso la sentencia martiana a la que debemos aspirar que todo gobernante, de cualquier lugar del mundo, la convierta en su paradigma de: “Sólo la moralidad de los individuos conserva el esplendor de las naciones”.
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